lunes, 20 de febrero de 2012

Derecho a la protección.

En esta primera entrada voy a exponer uno de los más importantes derechos del niño que a pesar de todo en muchos países es infringido.
Para comenzar, voy a hacer una pequeña introducción sobre los derechos humanos y los derechos de los niños:
Los derechos humanos son aquellos que gozamos por el solo hecho de ser personas, sin distinción social, económica, política, jurídica o ideológica, como ideal común por el que todos los pueblos y naciones deben esforzarse, a fin de que tanto los individuos como las instituciones, promuevan, mediante la enseñanza y la educación, su respeto y libertades y aseguren su reconocimiento y aplicación universales.
Los derechos de los niños son aquellos derechos que poseen los niños y adolescentes menores de 18 años. Todos y cada uno de los derechos de la infancia son inalienables e irrenunciables, por lo que ninguna persona puede vulnerarlos o desconocerlos bajo ninguna circunstancia. Varios documentos los recogen, entre ello la Declaración de los Derechos del Niño, aprobada por la Asamblea General de la ONU en 1959 y la Convención sobre los Derechos del Niño que se firmó por esta misma organización en  1989, la cual concretaba más los derechos y fundaba nuevos principios.

Dentro de esta declaración se encuentran varios derechos fundamentales, uno de los cuales será el que voy a exponer centrándome especialmente en la protección durante los conflictos armados, por ser uno de los más interesantes temas para mi.
Los niños de todo el mundo tienen derecho a protección contra el trabajo infantil, contra el descuido o el trato negligente, contra la trata y el secuestro, contra las minas terrestres, contra todas las formas de explotación o como ya he comentado durante los conflictos armados (guerras).
Los menores más vulnerables a este último punto son los niños africanos, pues sufren continuas violaciones de sus derechos fundamentales. Entre otros, varios millones son víctimas de conflictos, violencia y abusos.
Un claro ejemplo de la violación de estos es la participación de niños en las guerras conocidos como niños soldado. Miles de niños son reclutados por ejércitos regulares y por grupos paramilitares o guerrilleros para la lucha armada. Uganda, Burundi, Costa de Marfil, República del Congo y Somalia, entre otros están siendo escenario de conflictos bélicos internos en los que los niños son utilizados como soldados.
En su mayoría son menores de 15 años y existen datos que indican que también son reclutados niños de hasta 7 y 8 años. Las tareas a las que están sometidos son variadas: carga de armamento, municiones y víveres, guardaespaldas de los superiores, entre otras cosas, y lo que es aún peor son utilizados de avanzadilla para detectar campos minados y así evitar la mutilación de un soldado más útil.
 No solo varones son obligados a integrarse a estos grupos, las niñas generalmente son utilizadas como esclavas sexuales y sometidas a abusos y vejaciones de todo tipo.
Durante su formación militar, para “endurecerlos” muchas veces son obligados bajo amenaza de muerte a asesinar a amigos y miembros de su propia familia.





Otra razón del reclutamiento forzado de niñas y niños es porque son más dóciles que los adultos y se pueden instruir mejor para matar. Todo esto ocurre muchas veces bajo la influencia de drogas y alcohol.
Por ello, los jóvenes que sobreviven durante toda una vida, después de haber estado sometidos a tales atrocidades, tienen que luchar con las consecuencias de estas crueldades físicas y psíquicas.
En la página de Amnistía Internacional se pueden ver declaraciones de niños testigos reales de estos sucesos.





Analisis:

En mi opinión, estos sucesos de los que hablamos únicamente pueden calificarse como atrocidades, pues a principios del siglo XXI no se pueden permitir que tales violaciones a todos los derechos tanto humanos como del niño aún sean dolorosamente frecuentes en los países menos desarrollados.
Quizá como humanos de una sociedad tan diferente y alejada a la africana no nos sentimos responsables de ello o simplemente nos vemos impotentes ante las tragedias, pero en realidad no vemos lo que no queremos ver para que no nos afecté. En estas ocasiones, tenemos que intentar cambiar nuestro punto de vista nuestra forma de pensar y preguntarnos qué ocurriría si nos sucediera a nosotros, a nuestros niños, a nuestra sociedad, nuestro país o nuestra ciudad, que pasaría si por un simple capricho del destino estuviéramos es su situación, en su pellejo.
Solo con pensarlo nos entran ganas de protestar, de correr, escapar del destino, pero tenemos que darnos cuenta que aunque ellos quieran revelarse no serán capaces si nosotros no los ayudamos y de una vez por todas, paliamos esta catástrofe. Para que así, haya por fin en el mundo un lugar en el que los niños no tengan miedo a soldados que los separen de sus familias para luchar en una guerra que no es la suya, que solo tengan miedo del coco y del ogro de nuestra imaginación.

¿Que pensáis vosotros?



No hay comentarios:

Publicar un comentario